12 de Agosto. DE FIANARANTSOA A AMBROSITA. POBLACIONES ZAFIMANIRRI



Quedamos tempranito porque tenemos día largo. Pensábamos parar a ver las plantaciones de té, pero se va ha hacer muy tarde y seguimos hacia Ambrosita.
La zona Betsileo y sus gentes nos tienen enamoradas; amables y agradables,  son gente súper trabajadora y lo demuestran con el nivel de progreso que tienen con respecto a otras zonas del país. Lo comentamos con Roland y nos dice que sí, que para él los mejores son los Betsileos y luego los Merina, que es lo que es él. Le preguntamos por qué y dice que porque siempre están de buen humor, son optimistas y nunca se quejan por nada… así da gusto!!
Disfrutamos del paisaje que dejan los bien parcelados campos de arroz y otros cultivos, en combinación con algún que otro bosque de eucalipto, porque de árboles autóctonos por esta zona no queda nada!!


Llegamos al desvío de Antoitra, capital de los Zafimanirri, hacia las once. Damos una vuelta por el mercado por ver si encontramos pan o algo para comer hoy, pero la cosa está complicada porque es domingo, así que nos vamos para arriba con alguna mandarina y unos bollitos de arroz muy malagasys!
Hoy vamos a visitar la zona de los Zafimanirri, una etnia que trabaja la madera de manera muy especial y viven en unas casas construidas en madera muy auténticas. Son 20 pueblos a los que no se puede acceder con coche más que a uno: Antoitra, a 25 km por mala pista del desvío de la RN7. Allí pagamos 5000 Ariary por persona y 35000 al guía para que nos acompañe al pueblo más cercano, que tiene muchas más casas de madera tradicionales que Antoitra. La ruta nos dicen que son 5 horas, dos de ida, una para ver el pueblo y dos de vuelta…. No sabemos la que se nos viene encima!!
Esta población trabaja y vive de la madera y por lo tanto viven en zona de bosque, o al menos de lo que antes eran bosques….  Las poblaciones se encuentran en los valles de una amplia cordillera y para pasar de una población a otra hay que andar subiendo y bajando montañas de una altura considerable; 1750 metros en la cumbre. Yo desfallezco casi en la primera cuesta, que es muy empinada y se hace interminable! 




En medio nos enseña plantaciones que hacen de árboles y plantas para luego transplantarlas en el monte, entre ellas palisandro, que ya casi se lo han cargado todo y ahora lo están repoblando, pero dicen que no es muy útil porque tarda mucho en crecer (20 años) y es más rentable plantar eucaliptos, que crecen en 5 y su madera se puede usar para construir y para quemar o hacer carbón…


Cada familia zafimanirri tiene un totem donde veneran a los espíritus de los antepasados y realizan las ofrendas. Nos encontramos varios por el camino.



La ida la hacemos en 2,5 horas, la verdad que es bastante duro, pero el paisaje es espectacular, así que disfrutamos de lo lindo. Cuando paramos a echar un bocado, pensamos que ya lo tenemos vencido, pero nos encontramos arriba del todo y aun tenemos que bajar al valle donde se encuentra ubicado el poblado de Iffasi.




Nos sorprende la autenticidad del lugar. La gente viste con unos gorros muy característicos y muy coloridos y hay niños por doquier. Se percibe mucha pobreza y muchas carencias. Subimos a una casa por unas escaleras imposibles para pagar la entrada al pueblo: 4000 cada una. 












Mientras damos vueltas por el pueblo admirando la belleza de las casas, los niños nos rodean, pero están bien aleccionados para no pedir nada. Las casas tradicionales son realmente impresionantes. Llevan construidas más de 150 años y son de palisandro, de ahí su increíble resistencia. El tejado es de bambú. La madera exterior la tienen toda labrada con alegorías al sol; la familia; las telarañas: la solidaridad y la miel:  la humanidad. Pero también los tablones que recubren toda la casa están ornamentados, es espectacular.

 Tejados de bambú





 Almacenes de grano



Nos enseñan varias casas y almacenes de comida y al final entramos en la casa del rey, aunque hoy no se encuentra aquí. Por dentro las casas son diáfanas y le dan valor a las cuatro esquinas: la de la cocina, la de los animales, la de los dioses y la de los instrumentos de labranza. El suelo es de tierra recubierto con una esterilla donde comen y descansan. Por la noche ponen otra esterilla encima y duermen todos juntos ahí, al lado del fuego, ya que es una zona muy fría. Las casas tienen un doble piso y el segundo lo usan de almacén.


Al final nos enseñan objetos de madera hechos por las mujeres para que compremos algún subvenir y llevamos un precioso pájaro-salero por 20000 Ariary. Un precio desorbitado, pero que pagamos gustosas después de regatear un rato, viendo el nivel de pobreza que tienen.





La vuelta pensamos que va a ser más dura, pero nos hemos calentado y subimos las cuestas de maravilla…. Ejem…. Bueno, digamos que se nos hace un poco menos pesado de lo esperado y en hora y media estamos de nuevo en Antoitra. Allí nos espera Roland dispuesto a salir a la carrera hacia Ambrosita, ya que nos quedan dos horas de camino.
Gemma le regala sus botas a nuestro guía, ya que le han gustado mucho y ella no las va a usar más. Se queda más contento que chupilla!!
Llegamos ya de noche a Ambrositra y de nuevo nos para un control policial…. Miedo nos da ya Roland con los polis. Otra vez se enzarza a discutir, aunque esta vez con menos violencia. Luego nos cuenta que el poli no se cree que vayamos a dormir en Ambrosita y cree que vamos a Antsirabe, y está prohibido conducir por la noche… Roland no los soporta y se lía a discutir enseguida con ellos. Por fin nos cuenta que ayer se cabreó porque le habían pedido los papeles muchas veces y que por eso se enzarzó en semejante discusión con el poli…. Tiene la protección de sus amigos militares, pero un día acabará en la cárcel este hombre!!
Nos alojamos en el hotel Mania. Muy recomendable.


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